Ecos de otro Tiempo

A veces cuesta aceptar que tu alma es antigua, que tu ser recuerda no solo lo que ha vivido en esta vida si no en otras. Hay recuerdos agradables, otros terribles. Algunos de ellos parecen la historia de un eco lejano mientras otros pareces haberlos vivido hace unos pocos años. Hombre, mujer, medico, bruja, campesino, sacerdotisa, soldado, madre... Cientos de vidas, cientos de historias que terminan confluyendo en este momento, en este tiempo.

De entre todos esos recuerdos destaca el recuerdo de la Atlantida, un continente perdido que para los mas ortodoxos en cuestiones de ciencia no es mas que un mito surgido de la mente de Platón. Un recuerdo que no debería estar ahí pero que termina brillando por encima de todos los demás y desde las mas tierna infancia.

Con siete años una pirámide de cristal o de obsidiana comenzó a protagonizar mis dibujos, esta se sumergía en el océano ante el brillo anaranjado del cielo, como si este ardiera en fuego. Cuando me preguntaba algún adulto que era lo que había pintado siempre respondía lo mismo: la Atlantida.

Aunque los recuerdos mas claros se dieron pasada mi adolescencia, cuando la meditación se convirtió en una practica habitual y esta me abrió el camino a recuerdos perdidos en la profundidad de mi alma.

El primer recuerdo que rescate era en un puerto, a lo lejos contemplaba una radiante ciudad blanca que era consumida por las llamas. Yo sabía que esas llamas no eran solo el fruto del cataclismo que iba a acabar con lo que un día fue una orgullosa civilización, también era fruto de una guerra civil entre facciones, una lucha por el poder y por los dioses. Había quienes no escuchaban la canción de Gaia, la voz del planeta que herida gritaba porque detuviéramos ciertas actividades que la estaban dañando. Nos advirtió, pero nadie quiso escucharla. Los miembros del templo de la pirámide de obsidiana continuaron con sus experimentos, mientras los miembros de la pirámide de cuarzo nos afanábamos en preparar el éxodo. No pudimos evacuarlos a todos.

En la Atlantida se enfrentaron dos grandes fuerzas, quienes escuchaban la voz de la tierra y trabajaban en el templo de la sanación, la gran pirámide de cuarzo. Y quienes buscaban el conocimiento a través de la pirámide de obsidiana.

Aunque no todos los recuerdos de aquel tiempo son tan violentos y gracias a ellos he conseguido conectar energéticamente con algunos lugares de aquella vieja tierra, cuya energía es accesible a través de los planos etéricos en el momento presente. Son espacios dedicados a la sanación, a la conexión con nuestro yo superior, a recuperar la sabiduría y el poder que el alma humana necesita despertar en este momento que esta atravesando la humanidad.

De hecho debemos preguntarnos ¿Por qué estamos tantos hijos de la Atlantida encarnados en este momento? ¿Que aprendizajes tenemos dentro de nosotros que pueden ayudar en este momento a Gaia y a la humanidad? ¿Que podemos hacer para mejorar la tierra?


Como Hijos de la Atlantida y sobre todo como habitantes de la tierra ¿Que podemos hacer para no repetir la historia?  

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