El compromiso con la luz


"El infierno no era ningún gran deposito de mal, no más de lo que, según Crowley, el Cielo era una fuente de bien; eran solo bandos en una gran partida cósmica de ajedrez. Y era en la mente humana donde se hallaba la verdadera fuente de la bondad verdadera y la verdadera maldad de infarto."
Buenos Presagios - Gaiman y Pratchett


El camino de la luz no es fácil, no es un paseo sobre un lecho de pétalos de rosas donde todo es de bonitos colores. Tiene espinas, sombras que enfrentar y mascaras que eliminar para poder tomar una profunda consciencia de quienes somos.

No basta con decir soy un ser de luz, rezarle a los angelitos y creerse despierto frente al paradigma social. Hay que actuar, y para vibrar en la luz hay que enfrentar las sombras.

Las primeras sombras que debemos enfrentar son las nuestras, bajo su forma de miedo, inseguridad, ira, soberbia... Enfrentar las partes oscuras de nuestro ser no es fácil, y es algo que posiblemente no termine nunca, ya que lidiar con las sombras interiores es parte de nuestra esperanza humana.

Hay un cuento de los pueblos nativas de norte América que habla de que en nuestro interior habitan dos lobos: Uno de ellos es de color blanco y se alimenta de la bondad, la justicia, el amor, la sinceridad... El otro lobo es de color negro y se alimenta del odio, la ira, el resentimiento, el miedo, la tiranía.... Según el cuento ambos lobos se mantienen en una eterna batalla que sera ganada por el lobo que nosotros alimentemos.

Este cuento no difiere mucho de la enseñanza del auriga con la que el filosofo Platón, representaba el alma humana en su eterno conflicto entre los principios del Eros y el Thanatos.

Esa lucha interior es parte de nosotros, algo con lo que debemos lidiar y negar su existencia es alimentar a ese lobo sombrío que engorda a través de nuestro ego. Aceptar la presencia de la sombra, abrazarla y reconocer como parte de nosotros sus envites es parte del camino para poder tomar el control sobre ella e iluminarla.

Reconocer la existencia del miedo es el primer paso para poder superarlo, aceptar nuestra es el camino para encontrar la calma, mirarnos al espejo y ser consciente de lo que nos hace inseguros. Aceptar las imperfecciones como detalles de perfección.

No es fácil, hay momentos difíciles donde la angustia y el miedo atacan, no siempre podemos controlar la ira y hay días que no falta el amor a nosotros mismos. Pero es en momentos como esos en los que aflora la luz con la que trabajamos, cuando nuestra voz interior nos canta para calmarnos, cuando algo nos recuerda lo hermosos que somos y lo dignos que somos de dar y recibir amor.

En los tiempos en los que vivimos un ser de luz se convierte en un anti-sistema por naturaleza. Y es que ¿Cómo no serlo cuando se vive en un sistema basado en el miedo y la desigualdad? La propia esencia de la luz impide aceptar un mundo en el que se fomenta el odio entre los seres humanos, donde se maltrata y expolia al planeta, donde solo unos pocos acumulan casi toda la riqueza global y donde las diferencias de localización hacen que unos tengan de todo y otros nada. Creo que el que muchas personas ahora mismo muchas personas se sientan casi como extraños en este planeta no se debe solo a que hayan tenido otras existencias planetarias, si no a que su luz les hace sentir impotentes y doloridos ante el mundo que vivimos.

Veo mucha gente que presume de ser un ser de luz, pero luego a través de ello solo habla el mensaje del miedo. Temé al cambio político, teme al miembro de otra fe, teme otro modelo económico, teme al extranjero, al refugiado. Teme, ten miedo...

Pero la única verdad es que le miedo conduce a la ira, la ira conduce al odio, y el odio solo conduce a la destrucción. Aunque parece que no hemos aprendido del todo esta lección.

Otra de los conflictos que todo ser de luz tiene es la aparición del ego espiritual. A veces como ser de luz me llevo las manos a la cabeza cuando escucho cosas como: “ Es que yo he hecho X taller estoy mas evolucionado que la mayoría” o “Yo trabajo con la luz, canalizo ángeles, espiritualmente soy mejor que Z”. Cuando escucho frases de esta índole tengo claro que no es la luz que habla, es el ego.

A lo largo de mi experiencia humana he aprendido que todos somos almas viviendo una experiencia en este planeta. Cada alma esta viviendo el aprendizaje que ha elegido y que necesita. Ningún alma esta por encima de las otras.

Tan espiritual es el maestro como el alumno, el sacerdote como el artesano, el civil como el militar. Ninguna experiencia nos hace superiores a nadie.

A veces mis mayores maestros espirituales no meditaban, no creían ni en dios... Pero los actos de estas personas me han enseñado lecciones vitales en esta existencia.


Cuando quieras sentirte por encima espiritualmente de otro ser humano recuerda que es una trampa del ego.

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